El
Romanticismo es un movimiento cultural y literario que tuvo lugar en la primera
mitad del siglo XIX, tanto en Europa como en América. Dicho movimiento supone
una reacción total a la razón impuesta por el Neoclasicismo, dando prioridad a
los sentimientos, a las emociones, a la fantasía y al ideal.
En España,
dadas las circunstancias políticas del país, el Romanticismo, propiamente
dicho, tuvo escasa duración, llegando a su máximo apogeo en torno a 1835 (Duque de Rivas, José de Espronceda, José Mª Larra, José Zorrilla). Hubo un segundo Romanticismo hacia 1860 (Bécquer y Rosalía de Castro).
La mentalidad romántica se caracteriza, en líneas
generales, por el deseo de libertad, el fuerte individualismo, el idealismo, y el desengaño.
En la
literatura romántica se refleja la forma de ser del hombre romántico y se
manifiesta a través de las siguientes características:
·
Aparición de los protagonistas que se encuentran al margen de la ley
o que no aceptan las normas de la sociedad: el mendigo, el pirata, el verdugo,
el cosaco, el reo, etc.
·
La mezcla, en
poesía, de distintas formas métricas e, incluso, del verso y de la prosa.
·
La ruptura,
en teatro, de las reglas de las tres unidades (tiempo, lugar y acción),
recuperadas por los neoclásicos, la mezcla de lo trágico y lo cómico, la
desaparición de la verosimilitud y el carácter moralizante, el final trágico,
la aparición de elementos extraños, etc.
·
El gusto por el ambiente nocturno, tenebroso, la aparición
de una naturaleza violenta y desatada, relacionada con el sentimiento exaltado
del romántico.
·
La fuerte personalidad de los personajes.
·
La ambientación de las obras en lugares
exóticos o lejanos en el tiempo, derivada
del gusto por la evasión.
·
El poco aprecio a
la vida, que se observa en la
aparición de la muerte e, incluso, el suicidio.
·
La aparición de elementos
fantásticos, muchas veces relacionadas con el sueño y el subconsciente.
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